Cuando el interior de tu boca está lesionado o irritado, las bacterias pueden entrar y causar una infección. A veces podrás observar una dolorosa inflamación llena de pus (un fluido grueso y amarillento). Si el pus no se puede drenar, el área se inflama y duele aún más. Esto se conoce como un absceso. Los abscesos forman una barrera alrededor de la infección. Es la forma en que tu cuerpo trata de evitar que la infección bacteriana se propague.
Los abscesos se pueden formar muy rápidamente. A veces se forman uno o dos días después del comienzo de la infección. Hay dos tipos de abscesos:
- Un absceso gingival (también llamado absceso periodontal) que suele ser causado por una infección en el espacio entre el diente y la encía. La infección puede ocurrir cuando el alimento se queda atrapado entre la encía y el diente. En personas con enfermedad periodontal severa, las bacterias se pueden acumular bajo la encía y en el hueso.
- Un absceso dental (también llamado absceso periapical) que ocurre dentro del diente. Esto sucede cuando el nervio del diente está muerto o está muriendo. Este tipo de absceso aparece en la punta de la raíz del diente. Y luego se propaga hacia el hueso circundante. La mayoría de los abscesos son dolorosos, por lo que las personas suelen buscar tratamiento inmediatamente. A veces la infección puede causar poco o cero dolor. Si un absceso no se trata, la infección puede durar meses o incluso años. No desaparecerá por sí solo, así que es importante no ignorar los síntomas.
Si la infección no se trata, puede dañar el hueso y los dientes circundantes. A veces se forma un túnel hueco a través del hueso y de la piel para que el pus supure. Este túnel se llama fístula o «conducto sinusal». Puedes ver o sentir esta abertura dentro de tu boca. Tiene el aspecto de un grano. Si tienes pus supurando a través de una fístula, podrías notar un extraño sabor en tu boca.
La acumulación de la presión causa el dolor del absceso. Drenar el absceso a través de una fístula reduce la presión. Y el dolor desaparece. Sin embargo, la infección aún deberá ser tratada.
A veces, un absceso que no se trata puede formar una burbuja llena de fluido (un quiste) en la mandíbula. Si el diente está severamente dañado no puede salvarse, el quiste podría aparecer cuando se extraiga el diente. Si el diente puede salvarse, necesitarás un conducto radicular para retirar el nervio infectado. Si este tratamiento no sana el quiste, podrías requerir cirugía para extirparlo.
En ciertos casos, la infección que causa un absceso puede propagarse y causar graves problemas de salud.
¿Qué puedes hacer?
Los abscesos siempre son graves porque la infección puede propagarse a otras partes del cuerpo. Pide una cita con tu dentista.
Si puedes ver o sentir una inflamación parecida a un grano en tu encía, enjuaga tu boca varias veces al día con una solución salina suave. Mezcla media cucharadita de sal en 250 ml de agua. Esto puede ayudar a drenar el pus y aliviar la presión. Incluso si el enjuague parece ayudar, de todas maneras debes ver a tu dentista lo más pronto posible.
¿Qué hará tu dentista?
La mayoría de los abscesos gingivales sanan rápidamente después de que ocurran tres cosas:
- Se limpia a fondo la zona.
- Se deja escapar el pus atrapado.
- Se trata la infección.
Si se ha formado una fístula, tu dentista buscará el origen de la infección. Insertará una pieza flexible y delgada de material en la fístula. Esto aparecerá en una radiografía y le mostrará al dentista a dónde lleva la fístula. Cuando tu dentista limpie la infección, la fístula se cerrará por sí sola.
Si la infección empezó dentro de un diente, el dentista hará un pequeño hoyo en ese diente. Así frenará el absceso. El diente necesitará un tratamiento de conducto radicular, seguido de un relleno o una corona.
Si un absceso es muy grande o el diente está severamente dañado, podría ser necesario extraerlo. Un acceso grande suele tenerse que drenar. El dentista hace un hoyo en la encía a través del hueso creando una vía de salida para cualquier fluido o pus. Esto reduce el riesgo de que la infección continúe propagándose.
Las personas con enfermedad periodontal severa pueden tener abscesos. Drenarlos ayuda a tratar el problema inmediato. Sin embargo, es necesario tratar la enfermedad periodontal para evitar otra infección.
Tu dentista puede recetarte un antibiótico o medicamentos para el dolor. Estos medicamentos ayudan a curar los abscesos y evitan que la infección se propague.
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