En principio, las heridas en el interior de la boca se curan de la misma forma que las heridas en otras partes del cuerpo, según un artículo publicado en Frontiers in Physiology. Primero se forma un coágulo de sangre en la herida, lo que sirve para sellarla. Los vasos sanguíneos que rodean la herida se estrechan para detener el sangrado. A continuación, entra en acción el sistema inmunológico para limpiar la herida de partículas ajenas, tejidos dañados y microorganismos.
Después de estos primeros pasos, empieza a formarse el tejido de granulación en la herida. Este tejido es muy frágil y consiste en pequeños vasos sanguíneos, glóbulos blancos y otras células de tejido conectivo que contienen colágeno, una proteína que sirve de fundamento para el crecimiento del tejido nuevo.
Las células de los bordes de la lesión se mueven a lo largo de la superficie de la herida en un proceso llamado epitelización. Estas células trabajan en conjunto para cerrar la herida. A medida que el proceso de curación termina, es posible que quede una cicatriz en el lugar.