La mayoría de los abscesos gingivales sanan rápidamente después de que ocurran tres cosas:
- Se limpia a fondo la zona.
- Se deja escapar el pus atrapado.
- Se trata la infección.
Si se ha formado una fístula, tu dentista buscará el origen de la infección. Insertará una pieza flexible y delgada de material en la fístula. Esto aparecerá en una radiografía y le mostrará al dentista a dónde lleva la fístula. Cuando tu dentista limpie la infección, la fístula se cerrará por sí sola.
Si la infección empezó dentro de un diente, el dentista hará un pequeño hoyo en ese diente. Así frenará el absceso. El diente necesitará un tratamiento de conducto radicular, seguido de un relleno o una corona.
Si un absceso es muy grande o el diente está severamente dañado, podría ser necesario extraerlo. Un acceso grande suele tenerse que drenar. El dentista hace un hoyo en la encía a través del hueso creando una vía de salida para cualquier fluido o pus. Esto reduce el riesgo de que la infección continúe propagándose.
Las personas con enfermedad periodontal severa pueden tener abscesos. Drenarlos ayuda a tratar el problema inmediato. Sin embargo, es necesario tratar la enfermedad periodontal para evitar otra infección.
Tu dentista puede recetarte un antibiótico o medicamentos para el dolor. Estos medicamentos ayudan a curar los abscesos y evitan que la infección se propague.
© 2002- 2018 Aetna, Inc. Todos los derechos reservados.